Gestos para un mundo pacífico

19 06 2013

El Papa Francisco quiere convocar a una reunión cumbre de líderes religiosos judíos, cristianos y musulmanes para dar al mundo un mensaje conjunto por la paz, de condena de la violencia como forma de resolución de los conflictos y, particularmente, contra «el uso del nombre de Dios para justificar el terrorismo». El gesto parece muy oportuno en un mundo en el que el fanatismo y el fundamentalismo -perversiones del recto sentido de la religión-, si bien son expresiones minoritarias, constituyen un verdadero azote en algunos lugares del planeta.
De acuerdo con fuentes israelíes, Francisco habló de su idea al presidente de Israel, Simon Peres, durante una audiencia que le concedió el 30 de abril en el Vaticano. En esa ocasión, el Papa le habría dicho a Peres que quiere restringir la cumbre a las tres grandes religiones monoteístas -que, por otra parte, invocamos al mismo Dios-, según los informes diplomáticos del gobierno israelí.
Si se concreta, el encuentro no tendrá, pues, la amplitud que tuvieron los famosos interreligiosos de Asís, convocados a partir de 1986 por Juan Pablo II y continuados por Benedicto XVI. Pero no creo que haya que ver en eso un sentido de exclusión, sino un empeño de Francisco para que el mensaje tenga destinatarios más específicos -los que desvirtuaron el mensaje de las tres religiones de tronco abrahámico- y acaso logre más efectividad.
Peres habría apoyado inmediatamente la idea. Y le habría señalado al Papa que los líderes religiosos «deberían afirmar claramente y en voz alta que Dios no ha dado a nadie el permiso para matar al prójimo». No quedó claro el lugar dónde se haría la cumbre. Algunos especularon con que podría ser la emblemática Jerusalén, ciudad santa para judíos, cristianos y musulmanes.
La idea de Francisco me trajo a la memoria que hace ya varios años, cuando Jorge Bergoglio asumió como arzobispo de BuenosAires, le organicé una visita a su despacho de los dirigentes del Centro Islámico de la República Argentina (CIRA) para que le presentaran su saludo. Acudieron sus entonces presidente y secretario de Cultura, Adel Made y Omar Abboud. Luego de ese cordial encuentro, Bergoglio se comprometió a devolverles la visita. En el mismo año hice lo propio con las autoridades de la DAIA, representadas por su entonces presidente, José Hercman y sus colaboradores, y el rabino Daniel Goldman.
Como consecuencia de esos encuentros, con Goldman y Abboud creamos en 2001 el «Instituto del Dialogo Interreligioso» a partir de la convicción de que una gran relación puede existir entre personas de fe diferente, pero con la certeza de que compartimos un origen común y que buscamos un destino en común. Así, establecimos las bases para un diálogo profundo a fin de comprender cuáles son los puntos de coincidencia en la vivencia de la fe en Dios.
Desde ese espíritu, el Institutodel Diálogo tiene el objetivo de promover la confraternidad entre personas de diferentes credos y convicciones, centrándose en la unión pacífica de los pueblos, sin perder sus características de identidad. Para tal fin promueve y produce iniciativas sociales, culturales, educativas y artísticas. No basamos nuestras actividades en la discusión sobre las verdades de la fe, sino en acciones sobre valores comunes.
Entre muchas acciones, promovimos en 2005 una declaración conjunta del arzobispado porteño, la DAIA y el Centro Islámico contra el terrorismo y la violencia, firmada en la sede de la curia de Buenos Aires, entre otros, por Bergoglio. Fue la primera avalada por cristianos, judíos y musulmanes contra todo tipo de violencia y discriminación.
Gestos encarados aquí se ven ahora a nivel mundial. Y alientan la esperanza en tantos que sufren la violencia en Medio Oriente y otras partes, de quienes traicionan el deseo de Dios.


Padre Guillermo Marcó